lunes, 3 de febrero de 2014

Gorée


Gorée fue el fin de fiesta del primer mes de éste año. Una isla muy chiquitita, pero con una gran historia.

Fue descubierta por los portugueses en 1444, lo que no significa que antes no existiera, en realidad significa el inicio de una pesadilla, la esclavitud, que duró hasta 1848.

Desde que fue declarada Patrimonio de la humanidad por la Unesco, tiene otra historia, ahora es un foco principalmente turístico, con todo lo que ello significa, venta de artesanía, precios desorbitados en la comida y la bebida, cobro de entradas para cada una de las estancias...pero aún así, vale la pena visitarla.

Llena de arquitectura colonial, restaurada, rehabilitada y financiada por ricos europeos que han comprado esas propiedades, se palpa que caminas sobre una isla, la luz, los colores, las razas, todo está mezclado, todo está presente.

La casa de los esclavos que aún se encuentra en pie y que se mantiene como museo, guarda en sus paredes todos los sufrimientos de los seis millones de esclavos que partieron por la puerta de no retorno hasta los confines del mundo, América.

Un hombre tenia que pesar al menos 60 kg, tener una buena musculatura y el valor era de un tonel de vino y un rifle. Una mujer tenía valor según fuera el tamaño de sus pechos y si conservaba su virginidad. Los niños, se valoraban según tuvieran la dentadura en perfecto estado, igual que los caballos.

Entrar en esas dependencias sin ventilación, imaginar que solo los dejaban salir un par de veces al día a miccionar, sentir la humedad, el oxígeno viciado, el olor de la piel de tantos hombres juntos, de tantas mujeres juntas, de tantos niños juntos, atados de pies y manos, con una cadena al cuello, sin posibilidad de moverse...es interesante conocer la historia. 

Hay cosas que deben enseñarnos la lección y esta es una lección de la historia que no se debería repetir en ningún contexto. Tenemos que conservar la memoria e intentar ahorrarle a la humanidad tanto sufrimiento.



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