viernes, 5 de mayo de 2017

¿Serán las fantasías literarias de un intelectual?

Dos jóvenes amigas están sentadas en un sofá, como confidentes. La una le dice a la otra:

-"Mis padres no lo conocen, estoy deseando que eso cambie, porque estoy prácticamente segura de que igual que yo lo amo, ellos también lo van a querer. Aún así tengo miedo, mis padres son muy mayores, de otra generación, no hablan inglés, que es el idioma en el que nosotros nos comunicamos...Además de ser de otra cultura, muy distinta, muy diferente, con mucho contraste".

-"Igual puede ser un problema, confusión o problema derivado de una diferencia de conceptos o creencias, por no decir culturas, ahora que tanto quieren parecerse unas a otras. Ya sabes, tú, mujer, occidental que ha crecido y vivido en una sociedad donde el amor suele ser el componente principal que gobierna las relaciones de pareja. Y él, de otra cultura, con otras vigencias, digamos, donde el valor y la pureza del amor no son tales, no están bien vistas o simplemente no existen".

-"¡Vaya! por si no tenia dudas en esto, aún me planteas tú cuestiones de mayor profundidad. Ya sé que alli, las relaciones de pareja, en una elevada proporción son relaciones de dependencia, vasallaje, sumisión, pero...¿no puede ser diferente para mi? Yo creo que nuestra relación tiene que ver con un dulce motor que aparentemente mueve lo nuestro".

-"Para echar un poco más de leña al fuego o para hacer de abogado del diablo, si lo prefieres, no hace falta que te recuerde que las declaraciones y promesas entre enamorados se alimentan de un lenguaje plagado de términos comunes a la hora de fidelizar y hacerse creer por parte del otro, términos que no lo dicen todo y cuesta matizar en lo más fogoso de la contienda amorosa; promesas y palabras que en el fondo pueden llevar incorporados significados bien distintos. En realidad ¿A quién conoces tú que le haya ido bien?".

-"¡Joder! no me lo estás facilitando, amiga".

-" Perdona, ya sé, los enamorados siempre estáis más preocupados por otras cuestiones más prosaicas y yo tampoco lo conozco, así que todo esto es sólo para decirte que vayas despacio, que tengas cuidado y que aqí estaré para celebrarlo todo contigo"

-" Muchas gracias, porque que he decidido que voy a reunirlos aquí, me parece un espacio de lo más neutral, y es un sitio donde vengo sola, van a encontrarse por primera vez en un entorno que solo yo conozco...supongo que eso lo hará todo más fácil. Al menos para mi".

jueves, 4 de mayo de 2017

Esperar que suceda.


Y no hay más que sentarse
y esperar que suceda…

Ponerle un bozal al corazón.
Meterte en los ojos dos esponjas.
Suturarte los poros.
Quitarle los bafles al deseo.
Dos tapones de cera en los oídos.
Un somnífero al sexo y una amnesia.
Tragarte los versitos.
Atarte las caricias.
La leche calentita…
y un peluche en el pecho.
Que conozco la copla…

Y no hay más que sentarse
y esperar que suceda…

Quien nos cubrió de besos
azules y promesas.
Quien abrió nuestro cuerpo
y nos sorbió la esencia.
Quien reprochó constante
nuestra muda presencia.
Quien nos amó a lo loco…

nos dejará a lo bestia.


domingo, 2 de abril de 2017

El exasperado personaje "Don Quijote de la Mancha"

Se abre la puerta de par en par y entra, fatigado un hombre famélico, alto, delgado hasta los huesos, con una lanza y un yelmo, además de harapos que cubrían ese desvencijado cuerpo, y se aproxima a la barra pidiendo auxilio, agua y un escondite, a ser posible en ese orden.
Atraviesa el local chocando su lanza contra las farolas que cubren el techo. Le indico dónde está el baño, único sitio que puede considerarse algo parecido a un escondite y en el instante que desaparece por detrás de las cortinas, atisbo en la puerta un conjunto de japoneses haciendo fotos a diestro y siniestro. Otean por detrás del cristal del escaparate escrutando el interior, como cazadores en busca de una presa. No entran, pero no se marchan. 
Asoma la cabeza por detrás de la cortina el individuo quijotesco y vuelve a exigir mi atención. Tiene cierta ansiedad por compartir algo, está inquieto, le preocupan muchas cosas, pero no encuentro el momento de atenderlo. 

Cuando por fin encuentro el momento, comienzan las quejas.
- ¡Estoy harto!¡No puedo más!¡Esta vida no es para mi! y no quiero quejarme, tengo trabajo y cobro cada mes, pero no soporto esta maldita tradición. Mi padre, el padre de mi padre, el padre del padre de mi padre y así hasta 1665, desde que al dichoso Cervantes se le ocurrió que tenía que escribir ese esperpento ¡No puedo más!.... ¡Para colmo lo de los japoneses! ¡No dejan de seguirme! ¡De fotografiarme! ¡De increparme con preguntas incómodas!, mi escudero fiel no lo soportó, y mi Dulcinea me mandó hace años con viento fresco, no podíamos ni tomar una cerveza juntos sin estar rodeados de los Japos. ¡Que ni le escribiera Whatssaps! me dijo. En fin, necesito un respiro, un refugio ¡Ni vacaciones tengo! soy esclavo de un destino que ya pasó. ¡No puedo más! ¡No puedo más!
- ¿Ha pensado alguna vez alternativas?
-¡Hasta en el suicidio he pensado!

Y de repente se puso a llorar tan desconsoladamente que lo único que se me ocurrió fue prestarle uno de los trajes de Senegal que tenemos en el local, para que saliera, al menos, disfrazado de otra cosa, como si fuese "otro", "distinto" del que entró, incluso diferente a como se sentía al entrar.
Aceptó, tras pedirme encarecidamente que guardase todos sus atributos anteriores para recogerlos en cualquier otro momento; y pasó entre todos esos turistas japoneses bailando como si fuese africano y rodeado de flashes.  

miércoles, 29 de marzo de 2017

Dígame. Por favor, dónde están las razones para la alegría.

Se encontraban cada tarde en un café para solucionar el mundo, un mundo que a ninguno de nosotros nos convence, donde aparentemente todo va mal, la sociedad, la política, la economía, la educación, en general, hasta las relaciones humanas.
Dani siempre estaba hablando de sus viajes a África, estaba entre dos mundos, ya no sabía muy bien donde, y siempre andaba comparando lo mal que estaba esto y lo mal que estaba aquello, para al final confundir espacios y tiempos.
Ana se consideraba experta en gnoseología: "¿de verdad se imaginan que un buen día o una tarde decisiva la gente se mirará y dirá ¡Basta ya! ¡estamos hartos del trabajo y del aburrimiento! ¡Acabemos con ellos! y que entonces seguirán hasta el festival eterno y la creación de situaciones? Hasta que esto no acontezca, nada podemos cambiar".
Luego estaba Jorge, el más realista de todos, pero tenía pocas propuestas y numerosas críticas. Y todo el tiempo criticaba las propuestas de Dani, no sabemos si porque realmente estaba en contra o porque lo envidiaba, pero por más que uno quisiera vaciarse y abrirse sin apriorismos al mundo exterior, su mirada está orientada, su cultura jamás se aleja de él, lo acompaña por donde quiera que vaya.
Y por último estaba Enric, un joven estudiante de económicas, que lo que en realidad quiere es acabar con el sistema económico actual y repartir todo ese dinero de forma "justa e igualitaria".
Cada viernes se reunían, se ponían al día de su semana y después intentaban solucionar este planeta avisado. Y un viernes, apareció un señor muy arreglado, que se unió a esta reunión, con una peculiar propuesta, él, lo que pretendía, era salvar la especie, ¡No al mundo, que es demasiado grande! sino al hombre.
Todos comenzaron a mirarlo con recelo y escepticismo, pero lo cierto es que si algo queremos cambiar, habrá que empezar a cambiar algo y los cuatro abrieron sus ojos y sus oídos para escuchar la propuesta.
Se trataba de pequeñas acciones individuales que podrían cambiar las mentalidades y así conservar la especie, eso sí, la labor era de por vida y para futuras generaciones, pero no les ocuparía mucho tiempo en lo cotidiano, apenas el tiempo de fumarse un cigarrillo.