lunes, 30 de abril de 2012

Sal con una chica que no lee(Por Charles Warnke)


Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.

domingo, 29 de abril de 2012

Sal con una chica que lee (Por Rosemary Urquico)

Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca. 

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

lunes, 23 de abril de 2012

Mi particular homenaje

Lo ideal sería poner una foto de un libro, pero claro, lo suyo es que esa foto sea mía y no de internet como suele pasar, así que no se si habrá foto, ni como será, ni cuando aparecerá. Lo único que se es que hoy va a ser un día lleno de sorpresas, ya que intuyo que ¡por fin! voy a conocer a Ariadna, que alguien me va a regalar un libro y que no serán rosas, pero que alguna flor, o planta o maceta llegará a casa hoy.

Pero mi particular homenaje no es a los libros que ya he leído, sino a los que esperan en el montoncito de libros por leer, comenzó siendo un hueco en una estantería, pero si continuo así, aceptando los libros que me prestan y adelantándolos a los libros que yo elijo...voy a llenar la estantería.

Comenzaré por los prestados:

Iván, siempre aciertas con los libros que me prestas, pero éstos últimos, de filosofía oriental son libros para el reposo y tú y yo sabemos que desde que empezamos esta revolución, no hay tregua, ni descanso y mucho menos reposo.

Toni, me estoy dando cuenta que es mucho más interesante leer tus recomendaciones y préstamos que los libros que yo decido, aunque la mayor parte de los libros que yo elijo, son tus recomendaciones, bueno, también hay elecciones personales, muy a tu pesar, lo se, pero una no puede renunciar a sus vicios de la noche a la mañana.

Ruben, tu libro está junto a los míos, pero hasta junio...ni siquiera podré hojearlo, ahora comienza el periodo de correcciones y me debo a mis alumnos, ya tu sabes.

Barrachina, un auténtico honor que me prestaras el libro de tu amigo, es el que tengo entre manos, bueno, ese y "Las uvas de la ira!" pero en lugares distintos.

"¡Al Abordaje! es un libro de momentitos, en cualquier parte, en cualquier minuto puedes leer un artículo y seguir indignada, aún estamos en la edad media.

Y el otro, pues con estos tiempos de recortes y austeridad para unos pocos, han cerrado la biblioteca y no tengo forma de renovarlo, así que no solo tenemos que pensar en las trampas que nos ponen, sino que además estamos abocados a caer en ellas y ser nosotros los que quedamos como irresponsables.

Bueno, pues además de estos libros que me han prestado, en mi estantería de libros pendientes hay otros seis, menos mal que ahora, con esto de tener que ir a regar el huerto, voy a tener algunas horas de relax al aire libro y podré leer, ya que el resto del día lo tenemos que ocupar en otras cosas.

Bueno, como siempre, esto no es lo que yo pensaba, pero es lo que ha salido.

FELIZ DÍA DEL LIBRO A TOD@S.

domingo, 22 de abril de 2012

La página en blanco


Hubo un tiempo en el que solía escribir, comenzó por la necesidad de contarme qué narices estaba pasando en mi interior, por entender tantas historias paralelas, por dibujar los acontecimientos que podría haber vivido y que de hecho todos vivimos en una vida tan pequeña y tan grande; se me hace difícil explicarlo. Pero hubo un tiempo en el que solía escribir.

Después conocí a otros con esa misma inquietud, con esas sensaciones del lector que se siente en esencia en cada una de las palabras de un texto, con las ganas de compartirlo y más importante aún, con las ganas de vivirlo, entonces comenzamos a escribirnos. Así que las palabras que buscábamos para contarnos nuestros sueños, fueron convirtiéndose en lo que el destinatario deseaba y aunque el tema fuese anecdótico o la tragedia liviana, continuamente nos veíamos en esa carta; incluso cuando nada tenía que ver con nosotros.

Se comenzó a forjar un lugar en nuestro día a día, un espacio en nuestra cotidianidad, un momento para pensar cómo contaríamos al otro ésto que nos estaba aconteciendo; así que ya no hablábamos con nosotros mismos, sino el uno con el otro, a ratos, en momentos puntuales, incluso en algún instante inesperado.

Pero ahora ya no escribo, se acabaron las epístolas. Y no dejo de relatarlas y cambiarlas y modificarlas y romperlas y reescribirlas, pero ya no me siento a escribir como antes.

Y hoy, cuando me he dado cuenta de que en todo el día no ha habido un momento en el que dejara de escribir, me he sentado y todo lo que ha salido ha sido ésto. ¡Cuánto lo lamento! Tengo un montón de palabras para ti y  nada que decirte.

Ahora pinto, es otra manera de poder expresarme, de que tú me entiendas, pero ni con esas...Yo pretendía escribir un relato y he vuelto a escribirte una carta.

Hasta pronto, mi vida y no temas a la noche, que está llena de amor por ti.

viernes, 20 de abril de 2012

Yo de mayor quiero ser Jaime.

En uno de los paseos dominicales que hacemos la abuela y yo nos han atracado.
Un señor se acercó a nosotros y le dio un beso a la abuela mientras la cogía del brazo- supe después que esto lo hizo porque la amenazaba con una navaja.- Este señor era muy simpático, a mí me tocaba el pelo de la cabeza y sonreía mucho, hasta que la abuela sacó del bolso la cartera y se la entregó mientras se despedían.
Mi abuela no es una señora muy vieja, aunque tiene arrugas y el pelo blanco sí que lo tiene; pero no usa bastón y creo que tampoco tiene muchas enfermedades.
Yo solo tengo tres años, uso gafas y mi mejor amigo se llama Jaime. Casualmente es mi profesor de guardería. Aunque yo me llamo Dani, de mayor quiero ser Jaime.
Seguiré contando mejor lo que nos pasó a mi abuela y a mí el domingo.
Después de despedirse el señor, tuvimos que sentarnos porque mi abuelita estaba blanca del susto y a mi me dolía la mano, del rato que llevaba apretujándomela, luego nos fuimos a una comisaría para poner la denuncia y ahí fue donde yo me lo pasé realmente bien.
Un policía transportaba a un esqueleto con apariencia de individuo, ¿o era justo al contrario? hacia una ventanilla y colocaba cuatro piedras en el mostrador mientras le decía a otro policía "hemos encontrado esto en el cuerpo de la señora" y señalaba a su acompañante el esqueleto.
Yo observé un rato lo que pasaba hasta que de nuevo oí la voz del policía que decía:-Pero bueno, ¡quiere alguien quitar esas sustancias de ahí, que están a la vista de todos los ciudadanos! alguien que haga el favor de meter eso en un sobre, lo pese y lo requise."
Yo no entendía por qué eran tan importantes esas piedras y le pregunté a la abuela qué era eso; le hice interrumpir una conversación, que ahora os contaré, con un policía, para responderme que aquello no eran piedras, sino ¡¡¡dátiles!!!
¿ Sabéis de que hablaban la abuela y el agente cuando yo los interrumpí? ¡Fue cuando yo me enteré de que nos habían atracado!
El policía le preguntó a la abuela por el motivo de la denuncia y la abuela le contó lo ocurrido: "Íbamos paseando mi nieto y yo por la calle cuando un atracador se acercó y se ha llevado mi cartera" entonces el agente le pidió que describiera al atracador.
- ¡A ver, estírese!- pidió la abuela al policía.- Pues de altura era como usted.
- ¡Pero yo no la he atracado!- dijo el agente.
- ¡No, no! el atracador tenía pelo y bigote, usted es calvo y...
- ¡Señora, no intente arreglarlo, que es peor!
Entonces fue cuando la abuela interrumpió la conversación para contestarme a mí eso de los dátiles y continuó con el policía.
- No intentó asustarnos, vino riéndose, me besó, me amenazó...pero no parecía enfadado ni nada.
Después de poner la denuncia nos fuimos a casa y no me habló nada en el camino de vuelta; por eso el lunes, en cuanto llegué a clase tuve que contárselo a Jaime que me resolvió de verdad la duda de los dátiles. eran unas bellotas de hachis, con eso la gente se hace unos cigarros que se llaman porros y que está prohibido en nuestro país.
¡Resuelta mi duda! solo quiero añadir una fase.
"Yo de mayor quiero ser Jaime".

sábado, 14 de abril de 2012

14 de Abril


"Un año más, entre el desánimo y algunos buenos recuerdos, el 14 de abril nos trae su cada vez más suave, olor republicano, sus cada vez más desteñidos tres colores... pero una vez más estamos dispuestos a vencer los muros impuestos, la ramplonería de la política presente, la peste de renuncias y entreguismos y recordarlo.
La recordamos como una experiencia de la razón acorde con nuestras facultades superiores, lo recordamos sin miedo a la guerra civil, sin revanchismo, sin vergüenza; lo que no tendríamos es vergüenza si dejáramos de recordarlo.
También quiero decir algo: el republicanismo no es solo que no haya reyes, eso, por supuesto, es todo un ideal para la democracia, es la plenitud de la misma. pero ese ideal exige compromisos ideológicos y prácticos.
Como republicana he de estar de acuerdo y a favor de una escuela pública, de calidad y laica, en la que las confesiones religiosas no metan sus narices.
Como republicana , defiendo el derecho a practicar una religión, pero a incorporar esas prácticas a mis usos privados.
La escuela pública ha de ser algo más que un mero almacén de muchachos desmotivados, ha de ser guía racional para las nuevas generaciones y capaz de contagiar criterios a quienes aún no los tienen, en defensa de unos valores más avanzados, empezando por el trabajo bien hecho, por el esfuerzo.
Ser republicano es también la defensa del bien público por encima de los intereses individuales y de clase, es decir, hacer verdad lo profesado en la escuela pública.
Ser republicano es que los poderes emanen del pueblo y que estos ocupen su bienestar material y cultural.
Ser republicano es defender la racionalidad política de la democracia, basándose en el valor de la enseñanza laica, racional y cívica".

No es mio, pero comparto cada palabra desde que lo leí hace exactamente 20 años.


martes, 10 de abril de 2012

Mujeres paganas

¿ Cómo es una mujer pagana ?

Son mujeres que quieren hacer de este un mundo más
vivible.

Son mujeres que se dieron cuenta que el cambio que desean ver en el mundo, está en sus manos.

Son mujeres que se sienten hijas de la Pachamama, de Pulowi, de Gaia.

Son mujeres que creen en la horizontalidad de las relaciones.

Son mujeres que saben que el sistema patriarcal fracasa.

Son mujeres que se­ creen en el Sacerdocio Femenino.

Son mujeres que se atreven a ser distintas.

Son mujeres que se atreven a darle una educación diferente a sus hij@s.

Son mujeres que se atreven a decir “no” y “basta”.

Son mujeres que se atreven a correr con los lobos.

Son mujeres que se permiten ser compasivas consigo mismas.

Son mujeres que se atreven a caminar despeinadas.

Son mujeres que admiran y honran la vejez y la sabiduría.

Son mujeres que no creen en la superioridad.

Son mujeres que saben que el IQ no sirve para gran cosa.

Son mujeres que juegan y bailan con sus hij@s en cualquier lugar de la ciudad.

Son mujeres que forman cí­rculos espirituales.

Son mujeres que salen a buscar sus Diosas Oscuras y aunque tienen miedo, atraviesan el Bosque Espeso.

Son mujeres que lloran, se deprimen, y se cansan mas cuando están ovulando y no se sienten disminuidas por ello.

Son mujeres que aprendieron a reirse de sí mismas.

Son mujeres que saben que ser llamadas Brujas es un gran elogio.

Son mujeres que sienten a tod@s l@s niñ@s del mundo como sus hij@s.

Si te sientes identificada con esta descripción entonces:

¡ Bienvenida a la Cueva porque somos de la misma manada !!

Honor y Gratitud

Por la Magia, por el Amor y por la Energia Femenina honrando Divinamente a Gaia en este Planeta Tierra.