miércoles, 29 de marzo de 2017

Dígame. Por favor, dónde están las razones para la alegría.

Se encontraban cada tarde en un café para solucionar el mundo, un mundo que a ninguno de nosotros nos convence, donde aparentemente todo va mal, la sociedad, la política, la economía, la educación, en general, hasta las relaciones humanas.
Dani siempre estaba hablando de sus viajes a África, estaba entre dos mundos, ya no sabía muy bien donde, y siempre andaba comparando lo mal que estaba esto y lo mal que estaba aquello, para al final confundir espacios y tiempos.
Ana se consideraba experta en gnoseología: "¿de verdad se imaginan que un buen día o una tarde decisiva la gente se mirará y dirá ¡Basta ya! ¡estamos hartos del trabajo y del aburrimiento! ¡Acabemos con ellos! y que entonces seguirán hasta el festival eterno y la creación de situaciones? Hasta que esto no acontezca, nada podemos cambiar".
Luego estaba Jorge, el más realista de todos, pero tenía pocas propuestas y numerosas críticas. Y todo el tiempo criticaba las propuestas de Dani, no sabemos si porque realmente estaba en contra o porque lo envidiaba, pero por más que uno quisiera vaciarse y abrirse sin apriorismos al mundo exterior, su mirada está orientada, su cultura jamás se aleja de él, lo acompaña por donde quiera que vaya.
Y por último estaba Enric, un joven estudiante de económicas, que lo que en realidad quiere es acabar con el sistema económico actual y repartir todo ese dinero de forma "justa e igualitaria".
Cada viernes se reunían, se ponían al día de su semana y después intentaban solucionar este planeta avisado. Y un viernes, apareció un señor muy arreglado, que se unió a esta reunión, con una peculiar propuesta, él, lo que pretendía, era salvar la especie, ¡No al mundo, que es demasiado grande! sino al hombre.
Todos comenzaron a mirarlo con recelo y escepticismo, pero lo cierto es que si algo queremos cambiar, habrá que empezar a cambiar algo y los cuatro abrieron sus ojos y sus oídos para escuchar la propuesta.
Se trataba de pequeñas acciones individuales que podrían cambiar las mentalidades y así conservar la especie, eso sí, la labor era de por vida y para futuras generaciones, pero no les ocuparía mucho tiempo en lo cotidiano, apenas el tiempo de fumarse un cigarrillo.

No hay comentarios: