martes, 27 de enero de 2015

Sin consuelo


Que otros lo hagan no me consuela.
Pero me embriaga cada mañana encontrar el rayo verde.
Antes de que tú asomes, aprecio tu reflejo justo enfrente. 
A una velocidad de 1.666,666 kilómetros hora.

El desencanto es el doloroso desenmascaramiento de la ilusión.
Nosotros también vivimos sobre una cuenta extinguida,
esperando que la creciente irrealidad del mundo 
acabe por borrar la diferencia entre ellos y sus utopías. 

La esperanza no nace de una visión del mundo tranquilizadora
y optimista, sino de la laceración de la existencia vivida 
y padecida sin velos, que crea una irredimible necesidad de 
redención, lo que nosotros llamamos a tientas, rescate.

Pero el mundo no puede ser redimido de una vez y para siempre,
y cada generación tiene que empujar su destino, para que
éste no se le eche encima, aplastándole con otros pasados.
El futuro es presente y es igualmente responsable.

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