Porque no es lo mismo querer que amar, porque solo el verbo
indica cosas distintas en cada caso, porque querer es posesivo y amar es
activo, generoso, abierto e innato, nos es lo mismo.
Normalmente pronunciamos “te quiero” y es algo que decidimos
nosotros, a quien se lo decimos, con que tono, en qué circunstancias, y siempre
esperamos algo de la persona a quien van dirigidas esas palabras.
Sin embargo, “el amor” es otra cosa, es un sentimiento, va
dirigido al mundo y viene de más allá del mundo, no necesitamos palabras para
expresar ese sentimiento y no podemos evitar sentir el amor, el que damos y el
que recibimos.
Es verdad que algunas veces el amor se enquista, porque lo
forzamos, porque lo confundimos, porque queremos poseer por largo tiempo ese
sentimiento y acaba por poseernos a nosotros y entonces ya nada es lo que
esperábamos, queremos más, le dotamos de una responsabilidad que lo va
sujetando a lo personal y cotidiano y entonces se vuelve feo, porque le
cambiamos el sentido, nos obligamos a querer amar o a que quieran amarnos y
entonces…nos perdemos en nosotros, comenzamos a meternos en un jardín que han
diseñado otros, con sus expectativas, con sus esperanzas, con sus famas y ahí
comienza el principio del fin.
Amor propio, amar al semejante y al diferente, amar la
naturaleza, amar lo que hacemos, amar la vida es en definitiva lo que todos
deseamos.
Desear, otro verbo posesivo que viene de las entrañas, que
no podemos controlar y que mueve los cimientos de nuestros pilares y consigue
que confundamos nuestras más profundas inquietudes, esas que nos acompañan sin
saberlo, esas que hacen que seamos lo que somos, esas que nos definen y nos
identifican.
Sí, ya se, vuelvo a los orígenes, a la dispersión, a querer
decir tanto que me faltan las palabras, pero es que esa soy yo, una pildorilla
inquieta, ambiciosa y dispersa, y como dice mi hermano…”quien mucho abarca,
poco aprieta” por eso necesito amar, para no amarrar, así que no necesito
apretar mucho, no necesito explicaciones de fuera, tengo que encontrar las de
dentro, las que no elegimos nosotros porque nos vienen de serie.
Pues eso: Querencias.
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