sábado, 13 de octubre de 2012

La casa más bonita


Quería agradecerte que aparecieras ahí donde ya nadie podía tranquilizarme, donde todos mis miedos saltaron en esa piscina semivacía, verde y llena de hojas, que acusaba el final del verano y que yo miraba a través de un cristal que me resultaba, no se como, conocido. Llegué a aquel lugar corriendo, venía escapada de otra fiesta a la que tampoco había sido invitada, es algo que últimamente sucede en mis sueños y la sensación de no saber cómo has llegado allí, si conocerás a alguien o el motivo de la fiesta, aumenta las dudas y el malestar. Venía persiguiendo mis sombras, y ellas me pisaban los talones, así que el caminar en círculos hasta el alba y despertar, también va convirtiéndose en costumbre. Pero al colarme aquí, en tu fiesta, sin saber que era tuya, me transmitió algo de seguridad, no confort o comodidad, sino oxígeno. Como a Luismi solo lo he visto una vez, cuando abrió la puerta fue como ver una cara conocida, nada más. Dentro, en el jardín, las cosas no mejoraron, para colmo llegué en mitad de un espectáculo extrañísimo donde unos enanos metidos en una jaula redonda, declamaban oraciones de diferentes obras de Shakespehare y pensé ¡debo estar soñando! pero no me despertaba. Entonces encontré a Belén y su tímida sonrisa y ella se asustó, sus ojos preguntaban -¿qué está haciendo ésta mujer aquí?-, y yo misma me formulaba esa misma pregunta. Continué deambulando por el jardín, imbricándome con el resto de invitados, intentando esconderme o saltar la valla y salir de allí para seguir huyendo de mi misma; pero de repente, bajo un árbol, apoyada en el quicio del pollete de una fuente, te vi y entendí que debía hablar contigo, como si solo tú fueras capáz de entenderme, como si mirando a mis ojos navegaras hasta lo más profundo de mis sentimientos y no hicieran falta más palabras, como si todos formáramos parte de lo mismo y comprendiéramos a quien quiera que fuera que tuviéramos delante; pero siempre nos hacen falta las palabras, hemos perdido esa capacidad para comunicarnos. Todos menos tú. Por eso quería agradecerte que aparecieras ahí donde ya nadie podía tranquilizarme y que me tranquilizaras.

PD Lo que no sabía hasta encontrarte en mis sueños es que estabas embarazada, de mellizos. ¡Enhorabuena!.

No hay comentarios: