martes, 30 de octubre de 2012

(J) M. Coetzee. (J)uventud


Contarse a uno mismo mentiras para justificarse es conocer la miseria intelectual de primera mano, la sofistería solo devendrá más deleznable todavía. Nada puede decirse a su favor, tampoco, para ser verdaderamente sincero, nada puede decirse a favor de que no tenga nada que decir.
En cuanto a la sinceridad despiadada, la sinceridad despiadada no es un truco difícil de aprender. Al contrario, es la cosa más fácil del mundo.
Del mismo modo que un sapo venenoso no se envenena a sí mismo, así, enseguida endurecemos la piel contra nuestra propia sinceridad.
¡Muerte a la razón, muerte al habla! lo único importante es hacer lo que debes, ya sea por la razón correcta, por la equivocada o por ninguna.

1 comentario:

M. dijo...

Autoengañarse. Puede que sea mísero, mezquino, pero... No duele. Sincerarse con uno mismo (y así, endurecer nuestra piel) implica dolor. Rasguños, golpes, desgarros.
Puede que al final merezca la pena, pero ¿de verdad pensamos arriesgarnos? Perder tiempo, ganas, FUERZA. No, no lo creo.
(Aunque siempre habéis excepciones :) )


M.