lunes, 23 de marzo de 2009

el día del padre


Cada vez son menos los días que paso en casa y cada vez regreso al hogar con menos frecuencia, pero este puente de marzo ha sido espectacular. Primero porque llevamos unos cuantos fines de semana saliendo al campo para inspeccionar la zona donde vivimos y eso de salir a caminar al campo termina siendo más un vicio que una aficción y segundo, porque iba a ser un fin de semana de reencuentros y ¡vaya si lo ha sido!
Primero por la familia, porque no siempre que voy a casa puedo verlos, pero he cenado un par de días con Cristina y Toni. El viernes me metí en una pecera llena de peces gordos y peces chicos, llena de luz, de futuro con un agua...que ya quisieran muchos mares tánta pureza. No me la encontré por casualidad, había concertado una cita del todo informal con un ser encantador que vive justo encima de la pecera ¡menos mal que es un experto nadador!
El viernes coincidí por una de esas casualidades que te encuentran de vez en cuando con Lorenzo ¡cuantos años sin vernos Lorenzo! y el domingo...el domingo...nos fuimos a pasar el día a Ruidera.
Ruidera transmite una especie de sentimiento mágico, porque el agua aparece y desaparece a su antojo, en éstos cinco años de sequía ha sufrido una lenta agonía que nosotros hemos alimentado con nuestro desánimo y resignación, pero éste año, como un ave fénix, ha resurgido de sus cenizas, está precioso, el campo floreciendo, el agua brotando de entre la sequía, buscando lo más blando del camino para poder llegar lejos, con la suerte de tener un oasis en medio de la Mancha.
Me temo que éste año se nos olvidará lo que ha pasado el Guadiana y volveremos a ir con nuestra basura y nuestros coches y autobuses a explotar tanta y tanta belleza.
Ha sido hermoso ir un día en el que casi hacía frio, el sol a penas ha asomado y mucha gente ha decidido finalmente quedarse en casa, porque hemos comido prácticamente solos en un entorno idílico.
Cuidemos nuestra tierra, cuidemos de la vida.

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