domingo, 22 de diciembre de 2013

El hombre Invierno


Ni siquiera nosotros mismos sabemos todo lo que se encuentra dentro de nuestra cabeza. A veces incluso confundimos fantasía y realidad. Y en algunas ocasiones, la fantasía se convierte en realidad y se imbrica de tal forma que tienes recuerdos de acontecimientos que no han tenido lugar.

Cuando conocí al hombre invierno, sin poder controlar las palabras que salían de mi cabeza a mi boca sin pasar por un tamiz, le hice dos propuestas, una aún espera resultados, la otra no tuvo lugar, porque a bailar no llegó él, pero llegó otra persona en su lugar, mi amigo invisible.

Conozco a Germán desde el primer viaje a la nieve que realizamos Arancha, Bea y yo; Compartió asiento en el autobús y luego dormitorio con nosotras tres. Era un poco desastre, pero claro, es que con esas edades, de lo que más ganas teníamos era de hacer todo lo que generalmente se nos tenia prohibido.

El segundo viaje fue a Galicia, con Gemma y con Bea de nuevo, luego hemos compartido mesa en alguna cena e incluso disfrutamos de algunos juegos en la playa. El último, antes de conocerlo, fue en Santiago, camino de Finisterre; pero hasta hace unas semanas no tenia cara, y desconocía su personalidad.

Me alegra haberlo encontrado en el camino y haber intercambiado miradas, tactos y palabras; aunque se que en los siguientes encuentros, volverá a ser invisible, pero eso es lo de menos. Lo demás es lo que ha traído el otoño, una aproximación del invierno.

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