martes, 27 de agosto de 2013

La pachamama


Hace unos 4.500 millones de años, la Tierra se condensó a partir del anillo de rocas y restos materiales que quedó tras la formación del sol, el cual fue resultado de una nube gaseosa que sufrió la llamada gravitatoria a la compactación. La Tierra y los demás planetas del sistema solar se formaron rápidamente siguiendo los patrones celestiales, es decir, aumentando su masa y asumiendo la forma esférica (la geometría esperable cuando todos los objetos de la superficie son empujados hacia el centro por la gravedad) en un periodo de tiempo tan pequeño como el que va de 10 a 35 millones de años. Esos primeros días fueron duros, anárquicos. Los cielos interplanetarios estaban plagados de cometas, asteroides y otras basuras extraestelares, y las trayectorias orbitales eran todavia objeto de violentas disputas. Unos 50 millones de años antes del nacimiento de nuestro Sistema Solar, la Tierra colisionó con un planeta que tenia aproximadamente la mitad de su tamaño, con un efecto espectacular, como si se tratara de dos cañones. Una parte de la masa del desafortunado planeta fue absorbida por la propia tierra, con lo cual ésta ganó un peso neto de un 10%. Al mismo tiempo, como consecuencia del impacto, uno de los trozos de la Tierra original quedó libre y la preciada piedra se convirtió en una hija imprevista y paternogénica, nuestro único satélite, la luna.
La nueva versión ampliada de la Tierra empezó a adquirir su configuración actual, los materiales más densos, como el hierro y el níquel, sufrieron un fuerte tirón del campo gravitatorio del planeta y se desplazaron poco a poco hacia el centro de éste, mientras que los elementos más ligeros, entre los que se encontraba el oxígeno y el silicio, sintieron menos el tirón y formaron las capas intermedias y externas. Y así, a grandes rasgos es la tierra que conocemos actualmente: una esfera formada por un abismo central metálico ridículamente denso rodeado por mullidas capas comparativamente más ligeras y coronado por una crujiente corteza. Pero, todavía queda más postre. Aún no ha terminado la comida. La gran presión y la radioactividad se encargan de mantener los fuegos encendidos, y cuando el cocinero está malhumorado, todo el mundo siente el calor.

1 comentario:

Bitxito dijo...

Me gustaría verte dar una clase con Jesús (pero).


M.