viernes, 23 de diciembre de 2011

Héroes anónimos

Anoche llegué a casa a la misma hora que cada jueves, pero un poquito antes que mi héroe, encendí el calefactor para quitar el helor de la cueva y entonces entró él por la puerta con cara de sorprendido, sin quitarnos el abrigo ninguno de los dos, me contó su hazaña del día, bueno, para ser exactos, de la tarde. Me dijo:
¿Sabes? Hoy le he salvado la vida a un cliente.
Y yo sonreí, aliviada, pero también orgullosa de mi héroe anónimo.
Ya conté por aquí, como hace un tiempo el traía a casa pajaritos que se nos acababan muriendo, por eso le pedí que dejara de hacerlo, pero esto ha sido distinto y fantástico, le ha salvado de morir ahogado de la manera más tonta, pero es que hay que estar en el momento oportuno y saber qué y cómo puedes hacer para ayudar a alguien que ya está inconsciente.
La vida es extremadamente frágil, así que vamos a disfrutar todo lo posible de ella.
Yo ahora me siento muy segura, porque vivo con un super héroe.

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