lunes, 11 de junio de 2018

Casa tomada


El sábado pasado fuimos a pasear al campo, bajo la lluvia. A veces la compañía propicia las diferentes acciones y contigo, la verdad, es que todo es muy fácil.

La luz que nos acompañó esa tarde era particularmente metálica, pero al menos esas nubes tan espesas nos sirvieron de sombrilla y nos protegieron del sol, un cuarenta de mayo, donde aún portábamos chaqueta y pañuelo.

Siempre he fabulado con esa casa cuando salgo con la bici por el camino Guerra. Pero el sábado entramos y es mucho, muchísimo mejor de lo que yo hubiera podido imaginar. Las tazas del desayuno preparadas, toallas en todos los baños, las camas vestidas por si llega algún invitado...

Casi sin darnos cuenta llegamos a "La casa del preso" ese paraje abandonado que una vez sirvió de frontera entre dos zonas que decidieron otros, que estaban enfrentadas.

Es gracioso que hoy unos de los restaurantes más caros del pueblo lleve este nombre, pero así es el capitalismo. No interesa la memoria.

Por fin llegamos a la Quinta Monteguerra, después de haber oído hablar a tantos amigos sobre esa zona, nos atendieron todos los invitados que asistían a la boda mora, pero que si no llega a ser por el Imán, habríamos asegurado que se trataba de una parodia ibicenca.

Oscar nos trató de maravilla, teniendo en cuenta el jaleo que se le venía encima; y nosotros, simplemente cumplimos nuestro objetivo sobradamente. Tomamos café en la Quinta Monteguerra.

Y lo mejor fue la finca que encontramos a solo unos kilómetros de distancia, eso sí fue toda una aventura. Pasear por los alrededores y en nuestros juegos encontrar que la verja se abría, que tras la puerta de hierro se escondían las llaves y que la casa de los sirvientes tenía un acceso directo a la mansión.

¡Qué gran cantidad de coincidencias! y recorrimos cargados de nervios, sintiendo lo prohibido, disfrutando de lo ilegal, todas y cada una de las dependencias de esa casa, como si del cuento de Julio Cortázar se tratara.

Y nosotros, lejos de ser los habitantes de la casa, éramos esos ruidos y esas voces que iban poco a poco, habitación por habitación, tomando la casa.

Tenemos que salir a pasear más por el campo, está lleno de agradables sensaciones, además de precioso tras tanta lluvia esta primavera.

FIN

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