lunes, 21 de abril de 2014

Dos semanas.


Ya son dos semanas las que llevo viviendo en Santo Domingo de los Colorados, comienzo a habitar ésta ciudad, comienzo a caminar entendiendo por donde ando, me estoy acostumbrando y además estoy resolviendo algunas cosas fundamentales, para poder permanecer tranquilamente aquí durante un año.

El sábado pasado me inauguró la mejor de las compañías en esta ciudad. Gabriel es un chef que me llevó de paseo por la ciudad, y vivimos la gastronomía, probé el bolón de chicharrones, la sopa de pescado y las conchas, bebimos cerveza y terminamos tomando como toman aquí, en el bar de Juan Carlos, subimos al Bombolí, el parque situado en la zona más elevada de la ciudad y después me llevó por diferentes mercados, de animales, de ropa, de comida...

El domingo fui al centro de la ciudad para observar cómo celebran aquí el domingo de Ramos. Las personas van a la iglesia con un ramo de flores y piden su deseo antes de que el párroco bendiga el ramo que se llevan a casa. Después fui a visitar otra casa, todas son desoladoras, pero tengo que continuar viendo habitaciones.
Y después, como cada día, como todos los días, comenzó a diluviar.
Aquí todo pasa de golpe; amanece de golpe, anochece de golpe, llueve de golpe, para de llover de golpe, así todo. Además es una ciudad rápida, pero eso queda para otro rato. 



Y éste fin de semana largo ha dado para mucho, visité la finca de mi nueva amiga Liba, después salí en moto con mi nuevo amigo Marcelo, el sábado jugamos un partido de baloncesto con el resto de compañeros, luego nadamos, nos mojamos bajo la lluvia y descansamos como benditos.

El sábado fue la fiesta de los indios Tsáchilas, celebraban el nuevo amanecer, pero fue algo decepcionante ver esa mezcla de primitivismo y desarrollo en su vestimenta, Se han modernizado rápidamente, como todo en ésta ciudad.

Y por la tarde, estuvimos cuatro horas amasando el plátano verde para hacer empanada de verde y nos salieron 100 empanadas, una locura. Ésta mañana no sabía de qué me dolía tanto todo el cuerpo, pero sin duda fue de darle tan duro a la masa.

Y finalmente hoy, para despedir el domingo, preparé los documentos para la semana próxima, salí a que probara mis empanadas el compañero Marcelo y finalmente, paseamos por tres horas hablando de la historia de su país y de mi país. Historias tristes y esperanzadoras, como la vida misma, como el amor, como la lucha.

Está siendo todo muy intenso, me siento viva y lo estoy paladeando, oliendo, mirando y sintiendo, como cuando pruebas un buen vino. En éste caso, no está nada malo.

Un saludo, nos leemos en la próxima.

1 comentario:

a roja dijo...

todo pasa de golpe