jueves, 30 de enero de 2014

Argel


El aeropuerto de Argelia me ha traído varias cosas buenas, tanto a la ida como a la vuelta.

La llegada fue un golpe, con todos en fila para sellar el pasaporte en el control policial o para esperar el billete correspondiente para dirigirnos a nuestro destino, pero solo dos personas teníamos por destino Dakar.

Cuando escuché al señor Navarro responder en un perfecto francés al policía que le facilitaba su billete, me dirigí a él de manera valiente e impulsiva para, al menos, pasar por los pasillos y escaleras correspondientes sintiéndome acompañada.

La timidez en sus gestos y sus primeras respuestas hicieron que yo pensara que en realidad iba a ser una molestia, un peso, una carga para él...cada persona planifica los viajes a su manera, yo soy la única que no planifica nada, formas de ser, formas de viajar, formas de sentir.

El caso es que fueron cinco horas de conversación imparable en el aeropuerto, de paseos en un espacio chiquitito donde aprendí de memoria las tiendas y los productos que en ellas se exponían, los dulces, los vinos, los libros, la artesanía. Cinco horas donde intercambiamos títulos de libros, de películas, nombres de poetas, gustos musicales.

Nos contamos muchas cosas, compartimos títulos de libros que ahora me acompañan... estoy releyendo "Encuentro con el otro", he rescatado los Poemas paradisíacos de Vicente Alexandre, aún me queda encontrar "Ébano", pero no se si quiero encontrarlo o esperar a que sea él quien me lo regale.


En el avión compartimos unos vinos y algunas confidencias, es lo que tiene hablar con un desconocido, que puedes contarle cualquier cosa sin ningún miedo a que te juzgue y si lo hace...allá él o ella, es el encuentro con el otro el que propicia la palabra y la comunicación.

No podemos imaginarnos lo que proyectamos en otro, y no se puede imaginar el otro lo que es capaz de transmitirnos. Y no tenemos ni idea de lo mágico y maravilloso que es un cruce momentáneo entre dos desconocidos que nadie sabe si en algún otro momento en la vida se volverán a ver o no.

Ya lo decía Cortázar...hay que estar a la altura del azar...Ya tú sabes.




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