lunes, 9 de noviembre de 2015

Una de ballenas













Madrid. Ella, menuda, pequeña, libre; nació dentro de un taxi en movimiento cuando su mamita regresaba a casa después de bailar hasta bien entrada la noche.

Los Realejos. Él, fuerte, grande y libre; nació en un teatro cuando la vida era más dura y también más sencilla, cuando se valoraban otro tipo de cosas.

Se encontraron pronto y se reconocieron tarde, se pensaban solos y encontraron la compañía perfecta, se creían sedentarios y vivieron como nómadas. La vida no nos prepara para el asombro, por eso estamos obligados a sorprendernos siempre.

Alcázar de San Juan. Otra, que llegó a destiempo, que vivió desubicada, que no sabía cual era su lugar en el mundo, salió del vientre mientras su madre bajaba por las escaleras.

Ésta última se cruzó en el camino cuando la ballena varada se hizo completa, y no cabe en la foto tanta grandeza, porque estamos juntos, aunque estemos separados, porque venimos del mismo sitio, del Teatro, y ¡por fin! hemos encontrado un cobijo...en el Nido del Arte.

El mar es nuestro camino, inmersos en las profundas aguas. Nada es sencillo y justamente por eso, vale tanto la pena.

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