Hoy es el día de la mujer trabajadora, yo quitaría la
apostilla porque todas somos trabajadoras, aunque el trabajo no sea remunerado,
pero eso da para otra historia, así que la guardo.
Lleva días lloviendo, es como en Macondo, el pueblo de Cien
años de Soledad…no para, pero hoy ha salido el sol por un ratito y al ir a la
biblioteca, me he encontrado con un grupo de señoras que estaban haciendo todo
un acontecimiento de una parra recién plantada a la entrada de la casa.
¡Cuántas sonrisas en torno al distintivo de esta zona de llanura! La acababa de
guiar, ella solita, para que ésta primavera florezca y el verano madure los
frutos, de unas uvas que no se podrán comer aún.
El segundo acontecimiento importante ha sido poder hablar
contigo, los horarios ya no importan, siempre estás aquí, allí, donde quiera
que esté, apareces, con toda la fuerza de un olivo, que es otro de los frutos
que por aquí abundan…y te extraño, pero me alegra que formes parte de mi, ya tú
sabes, condenados.
El tercer acontecimiento del día ha sido conocer a Ibou, al
primer senegalés que conozco, lo he conocido en Alcázar de San Juan, es lo que
tiene vivir en un pueblo, que al final, nos conocemos todos. Resulta que su
hija va a teatro con mi sobrino, que su monitora es mi prima y que uno de sus
mejores amigos es Alfredo, con quien estuve plantando árboles hace dos semanas.
Pero el acontecimiento estrella sigue siento esta incesante
lluvia, que a veces te sorprende en forma de granizo, a veces en forma de
monjas y frailes y algunas veces, las menos, dentro de casa, lo que hace aún
más especial éste viernes, que parece estar lleno de acontecimientos
cotidianos, que al fin y al cabo, son los más importantes.
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