Desde entonces, esos dos volcanes vigilan el hermoso valle del Anáhuac, tuvieron por nombres Iztaccihuatl que quiere decir "mujer dormida" y Popocatepetl, que se traduce: "montaña que humea" ya que a veces escapa humo del inmenso pebetero de copal.
Durante muchos años y poco antes de la conquista, las doncellas muertas en amores desdichados o por mal de amor, eran sepultadas en las faldas del Iztaccihuatl, junto al regazo de Xochiquétzal, la mujer que murió de pena y de amor y que hoy yace convertida en montaña.
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