viernes, 13 de septiembre de 2013

Otra vez.

A veces, la lágrimas surgen en el momento más inesperado. Pueden ser de tristeza, de desesperación o por una simple cabezoneria, pero aunque parezcan saladas, la mayoría de las veces lo que consiguen es dulcificar, destensar, rebosar, sacar a la superficie cosas que ya no puedes guardar dentro por más tiempo.
No depende tanto de la situación, como casi todo, depende más de las circunstancias, porque a veces, por mucho que tú quieras conducir, los frenos fallan, el aceite se vierte y salta la luz de emergencia.
Algunas veces, lo único que puedes hacer es estar. A veces no tienes en tus manos más que la nada. En ocasiones, en numerosas ocasiones, tú no decides lo que acontece. Pero...


Ya se están terminando las provisiones de lágrimas. Ya hemos quemado nuestras naves y hemos salido ilesos, más quemados, con calambres, doloridos, pero eso también pasará. Estamos en un momento en el que hay que recuperar la ilusión, la fuerza y la inocencia. En eso estamos. Y sin lugar a dudas, lo vamos a conseguir.
Si hay proyectos, hay esperanzas...¡A trabajar!

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